Desde finales del mes de abril soy el afortunado poseedor de una cuenta en Gmail, el correo gratuito de Google que ofrece 1 Gb de capacidad. Todo ello gracias a la invitación que me hizo Julio Alonso en su día. La verdad es que, hasta ahora, el servicio funciona muy bien.
Así, me planteo la cuestión del uso que debo hacer de esta cuenta. Me gustaría utilizarla como cuenta principal para multitud de cosas: contacto con la empresa desde fuera de la oficina; comunicación con familia y amigos; otros contactos profesionales; participación en listas de distribución; recepción de newsletters; suscripciones en bases de datos y sitios web de confianza; inclusión en mi currículo y en la firma de mis comentarios en otros blogs, disco duro virtual, etc.
Con el giga que me ofrece Gmail podría manejar mi correo sin miedo a colapsar mi buzón. Sin embargo, me embarga cierto temor al spam, temor a que mi dirección de correo:
... vaya incluida en una cadena de correos reenviados que lleguen a poder de quien no querría.
... sea cedida a otras empresas para envío de comunicaciones comerciales “de mi interés”. Y de una empresa salte a otra y a otra...
La cuestión es que, por muy cuidadoso que sea, siempre puede ocurrir que de manera involuntaria mi correo termine apareciendo en una oferta en el buzón de Enrique Dans con otros 156 millones de direcciones de email.
Otro ejemplo: como podéis ver en la sección “Estoy en” de mi sidebar tengo una cuenta en Intper. Se trata de una red privada que estaría libre de virus y spam. Pues bien, todos los días recibo dos o tres correos no deseados en ella, entre ellos algún virus.
Volviendo al principio me sigue quedando la duda: ¿confío en Google y en las nuevas iniciativas de lucha contra el spam o utilizo Gmail como simple repositorio y poco más?
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