Esta tarde me he pasado por el supermercado de El Corte Inglés de La Coruña y, tras pasearme por los pasillos con una cesta y seleccionar los productos que quería llevarme, me dirijí a la caja. Allí, la cajera de turno me ha obsequiado con una serie de "servicios de valor añadido" impagables: es decir, me ha pasado los productos por el lector de código de barras y me ha cobrado. Las bolsas las he llenado yo.
¿A qué viene todo esto? Al marcharme me he acordado de un post en el blog de Salvador Aragón sobre la tecnología RFID . (No os perdáis el articulo sobre Wal-Mart). La cuestión es que las tecnologías que vienen, que vienen ya, producirán cambios que advertiremos en nuestra vida cotidiana. En este caso concreto, entre otros, el trabajo de gente como la que ocupa puestos de caja. Si no son capaces de aportar valor al consumidor final dejarán de ser necesarios. Suena duro, pero el ritmo tecnológico actual exige reciclaje y adaptación al cambio por parte de todos. Nadie puede quedarse dormido.
Por cierto que elmundo.es publica una información sobre Wal-Mart con algunos errores:
- La empresa tiene unos 1,4 millones de empleados, no 2,5 millones.
- Las ventas de la empresa, y no los beneficios, alcanzaron en 2002 los 245.000 millones de dólares.
Quizá sea un poco tiquismiquis, pero es que ambos datos cantaban a distancia. La inmediatez de la publicación online y la capacidad de corrección sobre la marcha no implican que los medios deban dejar de ser rigurosos. Además, el usuario online rara vez va a leer más de una vez la misma información en un medio a lo largo del día. Eso sí, es posible que cambie a la competencia para contrastar y encuentre que algo no encaja.
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