1 de septiembre de 2005

De coches que se comunican y road movies

Enrique Dans escribe hoy sobre un tema apasionante, la búsqueda de un coche que conduzca solo. Precisamente la semana pasada leí un artículo en Popular Science que, aunque tiene un año, resulta muy interesante, Intelligence: Behold the All-Seeing, Self-Parking, Safety-Enforcing, Networked Automobile (vía Slashdot).

COMUNICACIÓN COCHE A COCHE
Aparte de una serie de innovaciones de seguridad como modernos sistemas de detección (por láser, radar, vídeo) y anti-colisión, una de las tesis principales del artículo es la de que, en el futuro, los vehículos intercambiarán información entre ellos vía WLAN1. Sobre el estado del tráfico, de la carretera, accidentes, etc. De esta manera, sabremos con antelación qué nos espera y podremos decidir en consecuencia: rutas alternativas, cambios de rumbo, repostajes, etc. Además, esta información saltaría de un coche a otro, con lo que tendría un alcance casi ilimitado.

El problema radicaría en la necesidad de que exista una cantidad suficiente de coches equipados con el equipo de comunicación apropiado, con el fin de que no se produzcan cortes en el flujo de la información*. Sin embargo, la posibilidad de usar la tecnología con otros fines, como la descarga de contenidos, permitiría completar el despliegue de equipos y alcanzar la necesaria masa crítica para la comunicación coche a coche.

Se me ocurre que otro inconveniente importante podría estar en la seguridad del sistema: ¿qué ocurre si alguien, haciéndose pasar por un vehículo, empieza a suministrar información falsa al resto? Imagino que, aparte de las herramientas de seguridad adecuadas, un filtraje colaborativo permitiría validar gran parte de la información.

El resto de pegas a un coche inteligente los comenta Enrique: el interés de los fabricantes en blindarse frente a demandas en caso de fallos de la tecnología, el rechazo/desconfianza del conductor a delegar en una máquina y el puro placer de conducir (para algunos).

La cuestión es que, antes o después, dispondremos de vehículos que harán gran parte del trabajo por nosotros. Una vez nos acostumbremos, nos preguntaremos como podíamos conducir sin ellos.

ROAD MOVIES
Y en el proceso de desarrollo del automóvil del futuro no podemos obviar el papel que puede jugar el sector asegurador. Si se demuestra la eficacia de los nuevos sistemas a la hora de reducir accidentes, las compañías de seguros presionarán para la instalación de los mismos. Más aún, ¿cuánto tardarán los coches en disponer de cajas negras, que recojan información sobre la conducción y ayuden a determinar la causa de un accidente? ¿Y qué consecuencias puede tener esto? Pensemos, por ejemplo, en millones de coches circulando por nuestras carreteras y grabando, en vídeo, todo lo que sucede a su alrededor. ¿Qué uso, si es que alguno, podría dársele a esta información?:
  • ¿Dejaremos el coche grabando cuando esté aparcado? ¿Se acabará la lacra de los gorrillas? (esos personajes tan majos que, a cambio de una propina, te indican cómo aparcar en el sitio que has encontrado y te garantizan que no rayarán nadie rayará tu coche).
  • ¿Acudirán las fuerzas de seguridad a los usuarios para recabar información sobre algún delito o incidente? [Se ha informado de un atraco en la calle... Aquellos que hayan pasado por la zona, por favor, envíen sus vídeos a la siguiente dirección. Gracias por su colaboración]
  • ¿Tendremos auténticas road movies caseras? ¿Asistiremos a un auge de películas de freaks, gamberros y delincuentes? (cómo resistirse a grabar un alunizaje y luego colgarlo en Google o Yahoo!) ¿Será un filón para los programas de cámara oculta, vídeos de primera y similares?
  • ¿Nos acostumbraremos a ser grabados en todo momento por cualquiera?
Puede que la elucubración anterior no tenga ningún fundamento, o quizá sí, y nos encontremos ante una amenaza a nuestra privacidad en ciernes, que para otros será una garantía de seguridad. De hecho, a raíz del 11-S y atentados posteriores, asistimos a una lucha entre los partidarios de la priorizar la seguridad y aquellos que ponen por encima la privacidad.

Se trata de una disputa que no tiene un ganador claro, y la tecnología, en su afán de facilitarnos la vida, aporta herramientas de doble filo. Ejemplos hay muchos: circuitos de televisión en calles y carreteras, servicios móviles de localización, chips RFID, etc. Todos con buenos y malos usos.

Y, como no podía ser menos, acabamos con la habitual ficción / predicción / teoría conspiratoria sobre Google:
Conectados a GoogleNet desde nuestro utilitario, escogemos nuestra ruta en Google Earth. Mientras, subimos en tiempo real la imagen del trayecto para que lo vea nuestra madre, que se ha quedado en casa mordiéndose las uñas, y no deja de lanzarnos mensajes desde Google Talk: no vayas tan rápido, aléjate del que va delante, arrímate más al borde...
¿Alguien da más?


(1) Xataka publicó un artículo al respecto en diciembre pasado: Las redes coche a coche.
(2) Pensad en coches cuando leáis el escenario que pinto en Redes entrelazadas.

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