Leo en La Voz de Galicia que la nota de corte más alta exigida en las universidades gallegas (un 8,05) corresponde a ¡Comunicación Audiovisual! Y no es un caso único: en la Complutense es la quinta titulación con una nota más alta (7,04) y en la Carlos III las tres primeras son Periodismo-Comunicación Audiovisual (8,36), Periodismo (7,72) y Comunicación Audiovisual (7,51).
Es decir, que muchas de las mejores cabezas (aceptando el expediente académico como indicador) deciden estudiar periodismo, una carrera que no acabo de entender y con una probabilidad de acabar en el INEM nada desdeñable. Claro que también puede acabar uno aquí. Pero para ello, como diría Christopher Lambert, sólo puede quedar uno. [Por cierto que todavía no he vuelto a saber nada de la sugerencia que hice hace unos meses. Quizá la que se ha montado con el balón de Beckham les haya echado para atrás.]
Porque, ya en serio ¿Qué se necesita para ser un buen periodista o comunicador? Saber escribir, tener sentido común y atenerse a unas reglas éticas. ¿Quién informaría mejor sobre medicina? ¿Un licenciado en medicina que cumpla los tres requisitos reseñados o un licenciado en periodismo con un ligero barniz sobre el tema?
Una parte de la profesión periodística pretende, para evitar el intrusismo, cerrar el acceso a la misma, de manera que se exija una titulación específica y una colegiación para ser considerado periodista y poder ejercer como tal. Esto puede tener sentido en un escenario de medios convencionales, coto cerrado de unos pocos. Hoy en día con la aparición de Internet (especialmente con la revolución que ha supuesto el fenómeno blog) significa, en mi opinión, querer poner puertas al campo.
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