9 de julio de 2004

Todos a leer

Se atisba en el horizonte una nueva revolución tecnológica, la que puede venir del desarrollo de una tecnología fiable de papel electrónico. El riesgo de que nos enfrasquemos en una guerra de estándares es real, y cada cierto tiempo aparecen noticias sobre nuevos avances en las investigaciones.
Por una parte, hace años que tenemos eBooks a nuestro alcance, pero no acaban de arrancar por diversas cuestiones: oferta escasa, usabilidad deficiente, etc. Aunque a Enrique parece que le gustó la experiencia.
Más prometedora parece la apuesta que nos comenta Salvador, y que busca emular la experiencia de leer un libro convencional.
Y, si bien los cambios serán graduales y en función del ritmo de expansión de los dispositivos de lectura (de la forma que sean), las posibilidades que se abren son muy interesantes.
Echándole imaginación, ¿qué cambios podemos esperar de cara al futuro?

En los canales de distribución
Un libro digital no precisa de ubicación física. Las librerías tradiciones y las grandes superficies se convierten en showrooms, en las que echar una ojeada al libro que se quiere adquirir. Las primeras lo tendrán complicado porque el libro tradicional es su producto base; las segundas cuentan con una gama de productos muy amplia a la que los libros sirven de complemento.

Las tiendas online como Amazon parten con cierta ventaja, ya que conocen mejor a sus clientes, lo que les permite ofrecer recomendaciones ajustadas a sus gustos y preferencias.

La venta a través de dispositivos móviles (el propio papel electrónico) se generaliza: una compra tan sencilla como bajarse un tono o una pantalla inicial.

En los costes
Los costes del libro convencional se elevan por la realización de tiradas más cortas, la realización de ediciones con distintas calidades (rústica, tapa dura), etc. Mientras, los libros electrónicos bajan el suyo:
    - Desaparición del coste de impresión.
    - Reducción de costes de distribución.
    - Edición única.
    - La reducción del “time to market” favorece la concentración en la calidad del producto final, minimizándose el número de erratas y omisiones, que además pueden arreglarse más rápida y fácilmente. ¿Mediante un parche? (se meterá Microsoft en esto ;-) )
En los precios
Surgen nuevos modelos de cobro: descarga del libro por un período concreto de tiempo (el suficiente para leerlo sin agobios); descarga permanente (más adecuado para obras de referencia que se consultarán con asiduidad).

Más cambios
Nuevas posibilidades de promoción:
    - Descarga de anticipos de libros (para anticipar ventas) y de primeros capítulos como anzuelo (si ya es importante ahora lo será aún más en el futuro)
    - Product placement.
    - Publicidad ¿No intrusiva al estilo de Google?
    - Promociones y sorteos.
    - Descuentos en próximos lanzamientos u otros libros, etc.
Desaparición del concepto de número de ediciones vendidas, que puede llevar a la trampa (es igual vender quince ediciones de mil ejemplares que tres de cinco mil), y sustitución por un criterio más objetivo (número de libros vendidos).

Resistencias al cambio
Por supuesto la distribución de libros en formato digital (la digitalización de los contenidos ya se utiliza hasta el momento de la impresión) llevará, tarde o temprano, a que aparezcan en los programas de intercambio de archivos de la red.
Así, no encontraremos con un nuevo frente al estilo SGAE, que verá en este cambio una amenaza al sector editorial. Y volveremos a achacarles lo que a Teddy y sus muchachos.
Por cierto que Sony y Philips, los mismos que venden discos por un lado y grabadoras y CDs y DVDs vírgenes por otro, son los que están detrás de la iniciativa de eInk.

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