El jueves pasado, cuando me dirigía a mi casa en coche, iba pensando sobre el futuro de la música. Y se me ocurría que, al igual que sucedió en su momento con el mundo del software, la revolución en la industria musical vendría desde algún garaje. Y me explico: Hoy por hoy gran parte del problema estriba en que las discográficas no quieren entender que sus días están contados. Hasta ahora, gracias a su control de la distribución, tenían a los artistas agarrados de salva sea la parte. Con la difusión de Internet y particularmente de las conexiones de banda ancha el poder del que disfrutaban se debilita inexorablemente. Sin embargo, existen muchos artistas -especialmente vacas sagradas - que no se acaban de enterar, lanzando piedras contra su propio tejado y haciendo todo lo posible por entrar en el top manta (el de la calle y el real).
Así, la posibilidad de la revolución desde los garajes se antoja cada vez más posible. A no mucho tardar aparecerán artistas educados en la Red y con talento, con uno o más temas grabados en sus garajes y distribuidos a través de Internet que se convertirán en éxito. Una rápida campaña fomentada por los medios online y el boca a boca, llegará a los medios tradicionales, que no tendrán más remedio que hacerse eco de la misma dando amplia cobertura a los recién llegados.
La distribución gratuita inicial dará paso a una distribución en la modalidad de pago por descarga (ambas convivirán), a la celebración de conciertos, venta de material promocional, etc. Y todo ello, debido al compromiso con la Red de estos nuevos artistas, sin la participación de discográfica alguna. Será el pistoletazo de salida, un espaldarazo a aquellos músicos que piensan que es posible un modelo distinto de distribución, más pegado al cliente/fan y en el que su capacidad de decisión aumenta. Quizá surjan nuevos intermediarios en el proceso, una suerte de REDlaciones públicas, que sepan moverse por Internet y vendan su know-how sobre el nuevo modelo a los interesados. Las discográficas tradicionales podrían adoptar este nuevo papel, si se centrasen en las necesidades de sus clientes actuales (músicos y compradores de música). Sin embargo, su cerrazón puede que les impida hacerlo, haciéndoles perder oportunidades que serán aprovechadas por otros. Entre ellos, los músicos que vienen de los garajes.
El caso es que, pensando en escribir esta entrada, me encontré ayer con un post de Enrique Dans bastante ilustrativo. En su anotación Enrique reseña el caso de Wilco:
[...] un grupo que abandonó a su discográfica para pasar a poner sus canciones en Internet, y gracias a ello obtuvo un éxito fulgurante (que hizo que su discográfica recomprase sus derechos a cambio del triple de dinero). El grupo, por supuesto, no ha "traicionado" a la red a pesar de haber vuelto a la discográfica, muchas canciones están disponibles en su página, y sigue utilizando la misma para experimentos muy interesantes, como complementar el contenido de los CDs, hacer documentales, bonus tracks, etc.La próxima vez que oigáis música saliendo de un garaje prestad atención.
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